Hay que apoyar a los exportadores españoles

El mundo atraviesa una tormenta económica sin precedentes, desatada por la agresiva política arancelaria del presidente norteamericano Donald Trump, pero en el Congreso de los Diputados el PP y el PSOE, los dos partidos mayoritarios, que suman 257 escaños de un total de 350, son incapaces de suscribir un pacto de Estado que avale el plan de choque para proteger a la industria exportadora española ante esta crisis, de indiscutible gravedad e incierto desenlace.

Tras días de conversaciones entre el ministro de Economía, el socialista Carlos Cuerpo, y el vicesecretario económico del PP, Juan Bravo, el Gobierno aprobó el martes un real decreto que, en el marco del plan ya mencionado, prevé una línea de avales del Instituto de Crédito Oficial por valor de 5.000 millones de euros, así como otras ayudas a empresas españolas exportadoras. Las conversaciones entre Cuerpo y Bravo, en las que se habían asumido propuestas populares, sentaron las bases para un acuerdo entre ambos partidos sobre esta cuestión, y parecían indicar que el PP daría su respaldo al decreto. Pero cuando trascendió que el Gobierno y Junts habían suscrito un documento para que el reparto de ayudas entre las autonomías estuviera relacionado con el peso de cada una en el global de las exportaciones españolas –lo que en el caso catalán ronda el 25% del total–, los conservadores se consideraron expulsados de la negociación, retirando de momento su apoyo al plan.

Decíamos más arriba que el mundo atraviesa una tormenta económica sin precedentes, cuya dimensión exige de sus principales mandatarios decisiones extraordinarias y rápidas. Así parecen entenderlo al menos los dirigentes mundiales. Ayer, el mismo día en que China respondía a los aranceles de un 104% que le impuso Trump, subiendo los suyos a EE.UU. hasta el 85%, la Unión Europea acordó aumentar hasta el 25% los aranceles aplicados a un abanico de productos estadounidenses. Luego, el imprevisible Trump subió al 125% los aranceles a China y aplazó 90 días los de los otros países. También ayer, y tras dar un acelerón a sus negociaciones en tan delicada coyuntura, los democristianos de Friedrich Merz, ganadores de las elecciones de febrero pasado, y los socialdemócratas llegaron a un acuerdo para formar un gobierno de coalición, que exprese pronto la unión alemana ante el desafío trumpista. En Pekín, Bruselas o Berlín se entiende, con razón, que esta no es hora para dilaciones ni para priorizar las rencillas internas.

El PP se resiste a respaldar el decreto del Gobierno que protege al sector ante los aranceles

Entretanto, durante la sesión de control del Gobierno en el Congreso, los representantes del PP se dedicaron ayer a atacar a María Jesús Montero. La vicepresidenta del Gobierno y candidata socialista a las elecciones andaluzas les replicó reclamándoles que se pronunciaran sobre su apoyo, o no, al decreto. “¿Van a votar a favor de los españoles o van a sacar rédito partidista?”, inquirió. No hubo respuesta explícita, aunque desde Bruselas, el líder conservador Alberto Núñez Feijóo manifestó que “hoy no estamos cerca de apoyarlo”.

Creemos que el PP se equivocaría si finalmente no diera su apoyo al plan gubernamental para respaldar a los exportadores afectados, anteponiendo su insomne desgaste del Gobierno a la necesidad de acudir en auxilio de nuestra industria. En primer lugar, porque le resultaría muy difícil defender –como ya le costó defender, en enero, su frenazo al decreto ómnibus donde se incluía la revalorización de las pensiones– que en un momento como el actual no coincida con el otro gran partido español para ayudar a las empresas que sufran las medidas de Trump.

En segundo lugar, porque achacar su negativa del martes al pacto con Junts supone, por una parte, abundar en un argumentario que la evolución de la cuestión catalana viene desmintiendo; por otra, ignorar que Catalunya es de lejos la comunidad española más exportadora, por valor de 4.351 millones de euros en el 2024; y, por otra parte, supone olvidar que, cuando lo cree conveniente, el PP no duda en ir de la mano de Junts, como hizo en marzo al tumbar la creación de la Agencia Estatal de Salud Pública. Y, en tercer y último lugar, porque los intentos de erosionar al PSOE en asuntos de repercusión comunitaria no son bien recibidos en Bruselas, como ya se vio cuando el PP votó en contra de la nueva Comisión Europea, queriendo descabalgar a Teresa Ribera, su vicepresidenta.

En ciertas cuestiones, los dos grandes partidos solo pueden actuar de modo cohesionado y solidario

Da cierto reparo insistir en algo tan obvio: a veces –y el apoyo a la exportación española es una de esas veces–, PP y PSOE tienen que actuar de modo cohesionado y solidario.

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