El pasado febrero, Microsoft anunció el cierre oficial de Skype. Después de comprar la plataforma por 8.500 millones de dólares hace 14 años, el gigante tecnológico liderado por Bill Gates ha decidido dar el adiós definitivo a la plataforma de videollamadas por excelencia. Hoy, 5 de mayo de 2025, Skype deja de ser un programa operativo. Así que ya puedes arrastrar su clásico icono hacia la papelera de reciclaje.
Si bien se trata de una despedida a medias, puesto que Microsoft ya lleva preparando su traslado a Teams desde la pandemia, no por ello duele menos. Skype fue el programa pionero de las videollamadas; el que nos permitió mirarnos a los ojos a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia. Sin Skype no existirían Zoom, Meet o el propio Teams. Y aunque la tecnología siga avanzando a pasos agigantados, no está de más recordar a quienes han sentado la base de nuestros días.

Pantalla de Skype
Adiós a Skype
El programa que lo cambió todo
Skype nació en 2003 de la mano de dos emprendedores escandinavos —el danés Janus Friis y el sueco Niklas Zennström— y un equipo de ingenieros de Estonia que ya habían colaborado en el desarrollo de Kazaa, uno de los programas de intercambio de archivos más populares de inicios de los 2000. En aquel momento, internet acababa de desplegarse en todo el mundo. Todo estaba por hacer, así que tuvieron claro el camino que querían seguir: un programa que permitiera llamadas de voz a través de internet, de forma gratuita y con una calidad sorprendente para la época.
Nos aseguramos desde el primer día de que Skype fuera un negocio internacional
“Nos aseguramos desde el primer día de que Skype fuera un negocio internacional” cuenta Zennström en una entrevista para Wired. “Si no piensas en grande, es poco probable que te conviertas en grande”.
Y vaya si lo consiguieron. En menos de una década, Skype acumuló cientos de millones de usuarios. En 2005 fue adquirido por eBay por 2.600 millones de dólares, aunque se trató de un matrimonio breve y algo accidentado. Pero la ruptura fue a mejor. En 2011, fue Microsoft quien se hizo con el control de la compañía por la impactante cifra de 8.500 millones de dólares, en lo que fuera una de sus operaciones más caras hasta el momento.
El objetivo de Microsoft estaba claro: convertir Skype en la piedra angular de su estrategia de comunicación digital. Quería integrar el software en todos sus servicios empresariales, desde ser un programa base de Windows hasta aparecer en la interfaz de Xbox. Durante algunos años, la estrategia funcionó. Skype se convirtió en omnipresente: entrevistas de trabajo, podcasts, conexiones con corresponsales, clases de idiomas, llamadas entre países... Todo pasaba por allí.

Skype
“A menudo eres el único que cree en lo que estás haciendo. Todos a tu alrededor dirán: '¿Por qué no te rindes? ¿No ves que no funcionará?”, añade Zennström en la entrevista. Porque el camino no fue tan fácil como parece. Le costó horrores conseguir inversores que confiaran en el proyecto. Pero, en cuanto despegó, Skype se convirtió en un titán imparable.
Aun así, el hecho de que la plataforma saltara de Zennström y Friis a Microsoft no fue una idea tan favorable. La aplicación se estancó, y la aparición de alternativas más ligeras, rápidas y con mejor experiencia de usuario —como Zoom, Google Meet o incluso WhatsApp y FaceTime— le fueron quitando terreno poco a poco... hasta que llegó la pandemia.
A pesar de la gran oportunidad que tuvo Skype en 2020, Zoom y otras le ganaron en su propio juego. Casi nadie usó Skype en el momento en el que más se necesitaba... y Microsoft decidió apostar todo en la integración de Teams.
Hoy, Skype ha pasado a ser un recuerdo digital del estilo de Messenger, Fotolog o la Blackberry. Una memoria nostálgica que nos recuerda que, en internet, todo cambia demasiado rápido. O quizás somos nosotros los que nos estamos haciendo viejos sin darnos cuenta.