Balcones sobre el Mediterráneo o terrazas al pie de los Pirineos donde tomar algo

Paisajes suculentos

Miradores con sabor de mar y montaña para disfrutar del aperitivo o hacer una comida completa

Restaurantes ocultos en campings de Catalunya que no te puedes perder

Panoràmic Bar Badalona

Las vistas delPanoràmicBar sobre el litoral barcelonés desde elparquede lasBateriesde Montgat

Panoràmic Montgat

Después de un inicio de primavera donde no vimos prácticamente el sol (el mes de marzo fue el más lluvioso de lo que llevamos de siglo), mayo ha despuntado más caluroso y soleado, y cuando pensamos en salir a comer o a tomar algo, la pregunta “¿fuera o dentro?” obtiene una respuesta casi automática: “Fuera, que hace buen tiempo”.

Si bien cuando el termómetro está a punto de explotar uno busca refugio al amparo del aire acondicionado, mientras dura el clima primaveral, con esa relativa brisa, unos rayos de sol todavía tolerables y algún suave chaparrón de vez en cuando, la elección de una terraza es siempre una apuesta segura para disfrutar de un rato agradable al aire libre. ¿Qué podría mejorar esto todavía más? Que la terraza tenga unas buenas vistas.

Es bien cierto que en Barcelona se han popularizado las azoteas de los hoteles, que hoy ocupan bares e incluso restaurantes, en la última planta de unos edificios que se alargan hasta casi tocar el cielo. Pero Catalunya tiene una amplia diversidad de paisajes más allá de la panorámica urbana, de mar y de montaña, y aquí recogemos unos cuantos ejemplos.

Caseta del Migdia (Barcelona)

La Caseta del Migdia es un clásico de las terrazas con vistas de la capital catalana. Se ubica en la montaña de Montjuïc, bajo la sombra de los pinos y justo por encima del puerto comercial. Tienen una oferta corta pero funcional: ensalada, brocheta de butifarra y pollo a la brasa (escalivada para los veganos y vegetarianos) y un helado de corte. También se pueden picar olivas, patatas fritas y frutos secos si apetece más tomar el aperitivo.

El Picot (Barcelona)

Una terraza en medio de un bosque es una cosa rara en Barcelona, pero si se sube hasta Collserola se encuentra El Picot. Hacen cocina catalana, con un gran protagonismo de la carne a la brasa, y tienen bocadillos y menú diario. Es un buen alto en el camino si se va hasta allí para visitar la vecina Vil·la Joana, la masía del siglo XVIII que acogió al poeta Jacint Verdaguer al fin de sus días.

La terraza de El Picot da a la Vil·la Joana, donde Jacint Verdaguer pasó sus últimos días

La terraza de El Picot da a la Vil·la Joana, donde Jacint Verdaguer pasó sus últimos días

El Picot

Panoràmic Bar (Montgat)

Dicen que para disfrutar de una cosa es necesario verla con la perspectiva de la distancia o el tiempo. Precisamente por este motivo, es posible que las mejores vistas de Barcelona no estén en la ciudad sino en Montgat. El Panoràmic Bar ofrece lo que parece: una panorámica de Barcelona desde el parque de las Bateries, con una programación cultural que atrapa. Hay cerveza local de Maresme Brewery y una carta larga que permite sentarse en la mesa, en la que destacan las carnes hechas al Josper.

El Portinyol (Arenys de Mar)

El encanto de este edificio en forma de gran barco, con una pátina vintage de los años 50 que las reformas de hace seis años supieron mantener, augura grandes vistas al mar y una cocina marinera de primera que aprovecha la actividad del puerto de Arenys para ofrecer arroces y un destacable producto marítimo.

Les Espelmes (Valls)

Les Espelmes tiene una historia curiosa: antes se llamaba Mirador de l’Alt Camp por su situación elevada, que ofrece una buena visión del Coll de Lilla, donde se ubica, de la Serra Alta y del precioso tendido de campos vallesanos, pero popularmente se le conoció como Les Espelmes, ya que cuando fue fundado, en el año 1970, no disponía de electricidad. Eso ha cambiado pero las vistas todavía son las mismas, y es posible disfrutarlas con una buena comida de cocina catalana desde su terraza (y desde la sala, que tiene una panorámica de 180 grados gracias a los múltiples ventanales).

Bar Amadeo (Miravet, Ribera d'Ebre)

Atraídos por la grandiosidad sublime del mar y la montaña, pensamos poco en el paisaje fluvial a pesar de tener ríos que tanto en su nacimiento como en su desembocadura presentan una belleza acuática que es plácida de contemplar. Para hacerlo cerca del Ebro, el bar Amadeo de Miravet ofrece tapas sencillas y platos combinados junto al río más caudaloso de toda la península Ibérica.

Bar Amadeo

Bar Amadeo

Turismo de Miravet

Chiringuito El Campaner (Portbou)

Portbou tiene esa cosa especial de los lugares liminares: son una puerta, de entrada o de salida según la dirección, son el inicio y el final. Este pueblo tranquilo es destino de peregrinaje para los fans del filósofo alemán Walter Benjamin, que está enterrado en el cementerio del municipio y a quien el artista Dani Karavan dedicó una obra inmersiva y conmovedora, un memorial que conecta la tierra con el mar. Después de la visita, un baño en la playa y a reponer fuerzas con las tapas de siempre de El Cam­paner.

Cal Maciarol (Àger)

La terraza de este restaurante del Prepirineo leridano ofrece una visión singular: está muy cerca de un campo de aterrizaje de parapente. Además, la sierra del Montsec, de fondo, con un chaparral que se arraiga en la piedra calcárea característica de la zona, hace que los platos de cocina catalana que se saborean en este restaurante, parte de un hostal, se sientan todavía más nuestros.

La Salut (Sant Feliu de Pallerols)

Las buenas vistas están aseguradas cuando el bar o el restaurante se encuentra en lo alto de un mirador. Es el caso del espacio gastronómico del hostal La Salut, a 1.028 metros de altura y con vistas al mítico Canigó, la Vall d’en Bas, el valle de Hostoles, el golfo de Roses y la Alta Garrotxa. Disponen de menú diario y de fin de semana, así como una carta que quiere actualizar la tradición catalana.

Les Granotes (Tarragona)

Les Granotes es aquel tipo de bar amado por turistas y locales a partes iguales: sus vistas incomparables sobre el anfiteatro romano de Tarragona, el parque del Miracle y la playa hacen que siga siendo una imperdible para los que están de paso y para los que viven allí. Para picar, tapas y bocadillos, y una panorámica cultural y nutritiva.

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