Del miedo a cometer errores a la necesidad de aprobación constante: así afecta el Trastorno Obsesivo Compulsivo en el trabajo

Psicología laboral

La obsesión por el control y la ansiedad anticipatoria condicionan la vida profesional

Cuando una manía se convierte en una patología: señales que podrían indicar un trastorno obsesivo compulsivo

Por miedo a cometer un error puede llegar a paralizar a las personas con TOC.

Por miedo a cometer un error puede llegar a paralizar a las personas con TOC.

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Quien ha convivido con el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), sabe que no se limita a manías visibles como el orden excesivo o el lavado compulsivo de manos. Sus efectos son mucho más profundos y silenciosos, especialmente en el entorno laboral. Según el National Institute of Mental Health (NIMH) y el centro de psicología IPSIA Psicología, el TOC puede convertirse en una barrera diaria para el desarrollo profesional, afectando la productividad, las relaciones interpersonales y el bienestar emocional.

El TOC se manifiesta a través de obsesiones (como pensamientos intrusivos e involuntarios) y compulsiones (conductas que la persona realiza para mitigar la ansiedad). En el trabajo, esta combinación puede derivar en un círculo vicioso que agota y aísla.

Parálisis por análisis

Uno de los patrones más comunes es el temor persistente a cometer errores. Más allá de la prudencia profesional, hay quienes revisan durante horas un mismo informe o email, atrapados en la posibilidad de haber omitido un dato mínimo. Es como estar atrapado en un bucle sin salida, donde nunca es suficiente, explican desde IPSIA Psicología.

Lo mismo ocurre con la búsqueda constante de validación. Frases como “¿Seguro que esto está bien?” o “¿Te molestó lo que dije?” son recurrentes en personas con TOC. No es simple inseguridad: es la necesidad urgente de reducir el malestar ante la posibilidad, muchas veces infundada, de haber causado daño o hecho algo incorrecto. También existe un tipo de obsesión moral o ética, como la preocupación excesiva por si una decisión profesional podría afectar negativamente a alguien. En esos casos, la persona puede evitar ciertas tareas, lo que limita aún más su desempeño.

El trastorno puede derivar en la creación de rituales para tareas cotidianas: organizar el escritorio de una forma específica antes de empezar, leer instrucciones varias veces o seguir un orden inquebrantable para responder correos. Estas acciones, aunque parezcan inofensivas, restan tiempo, energía y eficiencia. Y lo más frustrante: aumentan la ansiedad cuando no pueden cumplirse.

Posibles soluciones

La buena noticia es que el TOC tiene tratamiento. La terapia cognitivo-conductual, y en particular la técnica de exposición con prevención de respuesta, ha demostrado ser eficaz. Desde el NIMH aseguran que combinar la psicoterapia con medicación (como los ISRS) puede marcar un punto de inflexión. El objetivo: disminuir la rigidez de los pensamientos y romper el ciclo de compulsiones.

Además, en el entorno laboral, es clave fomentar la comprensión. No se trata de conceder privilegios, sino de abrir espacios para el diálogo, reducir momentáneamente la carga de tareas si es necesario y ofrecer apoyo sin juicio.

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Lo más importante: este trastorno no define a la persona. Como subraya IPSIA Psicología, recuperar el control de la vida laboral es posible con la intervención adecuada. Reconocer los síntomas es el primer paso hacia una rutina profesional más sana y sostenible.

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