Entre 21 y 24 millones de personas en España sufren algún tipo de trastorno cerebral, lo que supone el 43% de la población. Estas enfermedades son la primera causa de discapacidad y la segunda de muerte en el país, y su impacto económico se estima en más del 8% del PIB, incluyendo costes sanitarios directos, pérdidas de productividad y sobrecarga para cuidadores. Esto es 83.700 millones de euros. Estas cifras irán en aumento a consecuencia del incremento de pacientes en la próxima década por el envejecimiento de la población.
“El cerebro es nuestro bien más preciado. Sin salud cerebral no hay bienestar, no hay autonomía, no hay innovación. Y sin investigación no hay futuro”, ha afirmado Mara Dierssen, presidenta del Consejo Español del Cerebro. “Es urgente que el Estado asuma un liderazgo claro para garantizar que ninguna persona quede atrás por motivos geográficos, económicos o sociales”.
Ante este panorama nace el Plan Español del Cerebro (PEC), una hoja de ruta transformadora para afrontar uno de los mayores desafíos de salud pública del siglo XXI. Al acto, celebrado en la sede de la Organización Médico Colegial, acudieron representantes del Gobierno, la comunidad científica, asociaciones de pacientes y profesionales sanitarios.
“Queremos una España donde la salud cerebral sea un derecho y no un privilegio”
“El Plan Español del Cerebro no es solo un documento estratégico: es un compromiso con millones de personas afectadas por enfermedades neurológicas y mentales en nuestro país”, ha señalado Dierssen. “Queremos una España donde la salud cerebral sea un derecho y no un privilegio, y donde la investigación sea una prioridad sostenida, no una excepción puntual”, ha añadido.
La estrategia presentada plantea una transformación del abordaje de las enfermedades cerebrales en España a través de cinco ejes prioritarios. Entre ellos, la generación de datos y la evaluación (Registros nacionales, creación del Observatorio Ibérico de Patología Cerebral y medición del impacto económico y análisis coste-beneficio de intervenciones) y proporcionar una atención clínica equitativa y sostenida, con protocolos nacionales para reducir desigualdades entre comunidades y asegurar la atención temprana y seguimiento a largo plazo con integración de servicios sanitarios, sociales y educativos.
Otro de los ejes es el Impulso a la investigación neurocientífica, aumentando la financiación y la creación de una infraestructura nacional de investigación del cerebro (biobancos, plataformas de datos, bancos de cerebros).
Un apartado importante es la promoción y prevención de la salud cerebral, con campaña públicas sobre factores de riesgo y autocuidado cerebral y dar formación especializada a los profesionales sanitarios, especialmente en atención primaria e incluir la salud cerebral en el currículo escolar.