El kit de supervivencia

Debate en el Congreso

El kit de supervivencia
Adjunto al director

Pedro Sánchez ha llegado esta mañana al Congreso con un kit de supervivencia para los próximos meses. En el interior de ese kit hay muchos eufemismos envueltos en algodones y dos promesas, una dirigida a la sociedad española, y la otra, a los centros de poder de Bruselas. Primera promesa: el aumento del gasto en seguridad [eufemismo algodonoso que  quiere evitar la palabra defensa] no se hará en detrimento del gasto social. “No tocaremos un céntimo del gasto social”. Segunda promesa: el actual Gobierno de España está dispuesto a una mayor cesión de soberanía a Bruselas para consolidar la unidad europea. Dentro del kit no hay mucho más: un poco de esparadrapo y un próximo viaje a China y Vietnam.

El kit de supervivencia Video

Sánchez ha hablado con un tono bajo en su primera intervención. Flojo, inconcreto, aplazando hasta verano la presentación de un plan de inversión en defensa. Suele crecerse en las réplicas, pero a las nueve de la mañana parecía desconcertado y fastidiado en la tribuna del Congreso. No ve claro el panorama.

Bruselas está construyendo un relato explícitamente belicista para sustentar la fortísima apuesta franco-alemana por el rearme, y el presidente del Gobierno de España no puede situarse claramente en el interior de ese marco porque carece de la mayoría parlamentaria para ello y no puede ir a unas elecciones con esa bandera: España está demasiado lejos del frente oriental, la sociedad española no tiene una percepción directa de peligro. España es europeísta porque durante cuarenta años (están a punto de cumplirse) la pertenencia a la comunidad europea ha traído muchos más beneficios que perjuicios. 

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Pedro Sánchez bebe agua durante su intervención en el pleno

Dani Duch / Propias

Madrid se halla a 4.000 kilómetros de la desembocadura del río Narva, punto crítico de la frontera entre Estonia y Rusia. Madrid está a 3.600 kilómetros de Chisináu, desconocida capital de Moldavia, pequeño país que podría ser invadido por Rusia según como concluya o se congele la guerra de Ucrania. Es la misma distancia que existe entre la capital de España y Tombuctú, simbólica capital del Sahel africano, región del mundo cada vez más intervenida por los mercenarios rusos después de la salida de las impopulares tropas francesas. España se halla a la misma distancia de las dos puntas de la tenaza rusa, y Sánchez no tiene equipamiento parlamentario para ir más allá de la promesa efectuada hoy a primera hora de la mañana: “No tocaremos un céntimo del gasto social”.

El presidente parecía fastidiado y desconcertado. Es la primera vez desde su victoria en la moción de censura a Mariano Rajoy a finales de mayo del 2018 que tiene problemas de comunicación con el relato europeo. La semana pasada tuvo que emplearse a fondo para conseguir que los altos funcionarios de Bruselas dejen de hablar obsesivamente de rearme. La primera ministra italiana Giorgia Meloni fue la primera en pedirlo, puesto que también ella tiene problemas con sus socios de gobierno, en su caso con los aliados prorrusos de la Liga de Salvini. Los portavoces de la Comisión Europea aceptaron utilizar el eufemismo Preparación 2030 (Readiness 2030) para no incomodar a España e Italia. Cuando la cuestión semántica parecía reorientada, Bruselas filtró este pasado lunes un plan de contingencia en el que se aconseja a la población tener preparado un kit de supervivencia para poder afrontar 72 horas de caos, ante  una emergencia imprevista o al estallido de una guerra. Los servicios de inteligencia (léase, los servicios alemanes y franceses) consideran probable que Rusia intente invadir otros territorios del este europeo (Moldavia y quizás Estonia) si la guerra de Ucrania se resuelve claramente a su favor.

Sánchez parece desconcertado, Feijóo pide contacto directo con el alto mando militar

Bruselas aconseja que todos los ciudadanos de la Unión tengan a mano un kit con agua, cerillas, una linterna, barritas de vitaminas, medicinas de urgencia, una navaja suiza, un cargador, un aparato de radio, dinero en efectivo y documentos de identidad, para hacer frente a una situación de caos derivada de una catástrofe natural o de una acción militar que obligase a una movilización general. Se ha emitido un vídeo para popularizar el kit de emergencia.  Se habla de organizar un “día nacional de preparación” en toda la Unión Europea. La iniciativa está en manos de la comisaría de Preparación, Gestión de Crisis e Igualdad, la abogada belga de origen argelino Hadjia Lahbib, ex presentadora de noticias de la televisión belga. Evidentemente, Lahbib ha redactado ese mensaje alarmista con la bendición de Ursula von der Leyen. Con ese marco en el centro de la escena, Sánchez ha comparecido esta mañana en el Congreso para decir que España gastará el 2% del PIB en seguridad y prometer que no recortará el gasto social. Su mensaje a la Comisión Europea ha sido el siguiente: déjenme respirar y España seguirá siendo un bastión europeísta.

Alberto Núñez Feijóo ha subido a la tribuna con un lanzagranadas con problemas en el gatillo. Por primera vez ve a su contrincante en apuros ante Bruselas y no le quiere dar respiro. Y no se lo ha dado. En eso consiste ser oposición. Sánchez casi ha renunciado al presupuesto del 2025 y ya veremos si puede aprobar el de 2026. No tiene mayoría para aprobar un nuevo presupuesto que aumente explícitamente las partidas de defensa, la vicepresidenta segunda Yolanda Díaz se siente desbordada y se está reaproximando al discurso anti-OTAN para no perder el vital apoyo de Izquierda Unida en el barco a la deriva que es Sumar. Podemos (cuatro diputados) tira de la cuerda antiatlantista con el concurso de Bildu y BNG. El pilar izquierdo de la mayoría gubernamental es hoy un magma en el que no manda nadie. Y en el interior de ese magma, Gabriel Rufián hace ejercicios de madurez como orador parlamentario. 

Feijóo no ha desaprovechado esta mañana ningún centímetro del ancho territorio de ambigüedad en el que hoy se halla Sánchez. Ha retratado duramente todas sus debilidades, pero no se atreve a dar el paso. No da el paso de anunciar una moción de censura, porque tampoco tiene los números para ello, y aún tiene pendiente de lavar una mancha en su camisa: el voto contrario del Partido Popular español a la nueva Comisión Europea, el pasado mes de noviembre, viente días después de la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Cuando emitieron ese voto desfavorable ya sabían lo que le venía encima a Europa. 

Votar no a la Comisión Europea en vísperas de una crisis descomunal en las relaciones internacionales, ese es seguramente el mayor error de su carrera política. José María Aznar viajó la semana pasada a Bruselas para, entre otras cosas, intentar subsanar los efectos de ese error. La presidencia de la Comisión Europea no se fía en estos momentos del PP español. Por ello, Feijóo no ha querido cerrar del todo la puerta a un acuerdo para aumentar el gasto de defensa en España. “No será el PP el obstáculo para ese acuerdo, el obstáculo es usted y su mayoría inexistente”. En su duro discurso ha sugerido que el JEMAD (Jefe del Estado Mayor de la Defensa) se reúna con el Partido Popular para fijar los puntos principales del presupuesto militar. El jefe de la oposición ha sugerido una comunicación directa del PP con el alto mando militar como paso previo para una mayoría parlamentaria de urgencia. Feijóo también traía su kit de emergencias.

Santiago Abascal ha subido a la tribuna con un lanzallamas. Pasado mañana los suyos darán el primer paso para la toma de Groenlandia.

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