* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Francisco de Goya (1746 - 1828) inicia su carrera pictórica en Zaragoza, donde se había formado artísticamente en los talleres de Luzán y Bayeu y con su padre José, de oficio dorador.
El primer encargo es el Coreto del Pilar o pequeño Coro (1771-1772). Posteriormente a su regreso de Italia le encargan las pinturas de la Cartuja Aula Dei (1773-74), donde comienza a desplegar su maestría ante las grandes composiciones que, según el historiador José Gudiol, estos extraordinarios murales son “una de las obras maestras de la pintura española de todos los tiempos”. Ingresa en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con su obra Cristo Crucificado el 7 de mayo de 1780.
Respecto al modo de pintar Goya escribió esta frase para la Academia: “Que no hay reglas en la pintura y que la opresión u obligación de hacer estudiar o seguir a todos por un mismo camino, era un grande impedimento a los jóvenes que profesan este arte tan difícil”
Volvió nuevamente al Pilar por un nuevo encargo y tuvo un enfrentamiento con el Consejo de la Fábrica y Francisco Bayeu por la forma de ejecutar artísticamente el tema del Regina Martyrum que se le había adjudicado (1780). Finalizado el encargo con las correcciones impuestas, se le prohibió pintar en el futuro en el Pilar. Goya escribió a su amigo Zapater: “En acordarme de Zaragoza y pintura me quemo vivo”
Goya se emparenta con la pintura española del siglo XVII como lo demuestra con su obra en San Antonio de la Florida en Madrid, Santa Cueva de Cádiz y San Fernando en Monte de Torrero (Zaragoza)
En las cartas a su amigo Zapater habla de que “en mi piso no falte una estampa de la Virgen de Pilar” y de que “ha de pintarle una Virgen del Carmen, bien hermosa”. En una ocasión dijo: “Mi religión es mi pintura”.
Estas expresiones son compatibles con sátiras contra determinados aspectos de la religión y sus representantes, pudiendo considerarse buen cristiano y anticlerical en ocasiones. Goya era crítico, como ilustrado, con algunos sectores de la iglesia. Para Goya la luz de la libertad es la luz de la tolerancia y la inteligencia humana y no su versión política.
1. Coreto o pequeño Coro de la Basílica del Pilar

La adoración del nombre de Dios en el Coreto o pequeño Coro de la Basílica del Pilar.
A su vuelta de Italia inició su primera obra importante, la bóveda del Coreto de la Basílica del Pilar de Zaragoza (1771-1772) en la que representa la Adoración del Nombre de Dios, en la que se aprecia la influencia de pintores italianos como Corrado Giaquinto y Lucas Jordán, representantes ambos del tardo-barroco.
Fue el primer encargo importante. Se le adjudica el 21 de octubre de 1771 para la decoración del pequeño coro de la Capilla de la Virgen, que en los documentos llaman “coreto”. Obtuvo el encargo en competencia con Antonio González Velázquez.
A su vuelta de Italia inició su primera obra importante, la bóveda del Coreto de la Basílica del Pilar de Zaragoza
El boceto que presentó revela un profundo estudio de todos los elementos que sabe unificar consiguiendo gran expresividad. Hay bellos efectos de luz dando tanto interés a las formas como a las soluciones pictóricas.
2. Pinturas de la Cartuja del Aula Dei
Otro de los encargos que recibe es para pintar la Cartuja del Aula Dei de Zaragoza, en 1773-74, con un Ciclo del Nacimiento y Vida de la Virgen María. En estas obras se ve la maestría de oficio del artista a la hora de enfrentarse a las grandes composiciones, destacando la colocación de arquitecturas y personajes. Hay características del neoclasicismo de Anton Raphael Mengs en ese arte sereno y equilibrado, luminoso, con pureza, exactitud y fidelidad al pasado.
Hay noticias sobre Goya dadas por el padre P. Tomás López, monje de la Cartuja Aula Dei de Zaragoza: “Por los años 1772 a 1774 pintaba Goya en la cartuja Aula Dei, la vida de la Virgen en varios cuadros. Los monjes hacían especial estimación del nacimiento del Salvador y de la Virgen. Ya había hecho su viaje a Italia y tendría según parece unos 30 años”. (Tomás López fue vicario en 1825-26 y procurador de la Cartuja en 1832).
La Cartuja de Aula Dei se encuentra en las afueras de Zaragoza. Hay que salir hacia el norte y atravesar el rio Gállego y aguas arriba en paraje de huertas está el monasterio rodeado de un recinto amurallado. Aula Dei transmite armonía. Está levantada para la oración y trabajo, silencio y estudio. Contiene vidas dedicadas a la divinidad y al servicio mas humano. Buscan el conocimiento profundo sabiduría y juicio sereno y certero.
La Orden de San Bruno le encargó a Goya dar luz y color a los muros de la cartuja para que relatara la vida de la Virgen María. Goya aportó once escenas de la vida de la Virgen de las que solo se conservan siete. Los monjes cartujos solían proveerse del hielo de Fuendetodos, para combatir los rigores del verano en los neveros del pueblo natal de Goya.
Los monjes, con las pinturas de Goya, estarán acompañados de las escenas del Nacimiento de la Virgen, la Niña envuelta en pañales y ante jóvenes que corren presurosas con paños y cántaros. Tras ella, San Joaquín con bastón y barba venerables. Goya se retrata desde el muro y nos mira. Los niños sonreirán ante la escena del Nacimiento de la Virgen y pinta muchos niños y ángeles jugando en las escaleras de las bodas y en el cielo con cintas y paños sonrosados.
Goya pinta directamente y muy rápido al óleo sobre el muro de yeso que ha imprimido previamente con una capa preparatoria ocre rojo de siena tostada. En el muro están plasmadas las figuras y su pensamiento. Una pintura profesional, cerebral y sensitiva.
En el muro están plasmadas las figuras y su pensamiento; una pintura profesional, cerebral y sensitiva
La Visitación de la Virgen a Santa Isabel ha sido considerada como el primer gran cuadro impresionista de Goya con una perspectiva clara y rotunda.
En principio constaban once escenas de las que cuatro se deterioraron durante el siglo XIX debido a humedades y filtraciones de muros colindantes. Fueron repuestas por los hermanos Buffet, Paul y Amadée en la restauración efectuada a partir de 1901,cuando los cartujos adquirieron nuevamente la propiedad que había sido desamortizada.
Las pinturas desaparecidas eran la Presentación de la Virgen en el templo; La Anunciación, El Nacimiento del Niño Jesús adorado por pastores y La huída a Egipto.
Constituían un ciclo de 11 elementos realizados al óleo (1774). En la actualidad quedan siete, algunos de ellos bastante restaurados. Cuatro fueron sustituidos a principios de siglo por los hermanos Buffet, Paul y Amadée ya que desde la desamortización de Mendizábal sufrieron muchos desperfectos por falta de mantenimiento.
El Aula Dei albergó la Comunidad del Chemin Neuf, de vocación ecuménica o universal, formada en Francia (Lyon 1973) por el jesuita Laurent Fabre. Esta comunidad sucedió a los Cartujos en 2012.
Distribuye las escenas a lo largo de los muros.
- Presentación de Jesús en el Templo
- La Circuncisión
- El Nacimiento de la Virgen
- Adoración de los Reyes Magos
1. Presentación de Jesús en el templo

La presentación del Niño Jesús en el templo y purificación de María.
Destaca el colorido vivo y claro de los ropajes y por una mayor iluminación que, en este caso, irradia del Niño Jesús, figura que centra el conjunto, desnudo en brazos de la Virgen. Ésta, arrodillada, entrega el Niño al sacerdote hebreo, que extiende los brazos para cogerlo.
2. La Circuncisión

La circuncisión.
La escena central representa el rito hebreo de la circuncisión de los recién nacidos, oficiado por un sacerdote de barbas blancas. La luz que ilumina al grupo parece irradiar de la figura del Niño, desnudo y tendido, en primer plano, sobre la piedra del altar, ante las manos del sacerdote. La Virgen contempla la escena con una expresión inquieta y mirada maternal. San José, con su manto de brillante ocre, se muestra en segundo plano.
3. Nacimiento de la Virgen María

Nacimiento de la Virgen María.
Se observa a un grupo de mujeres que cuidan a María recién nacida; ésta recibe desde lo alto un haz de luz que sale de su propio emblema, sostenido por dos angelitos que flotan sobre una masa de nubes. Junto al grupo de mujeres, se encuentra la figura de San Joaquín, apoyado en un bastón y cubierto con un manto ocre rojizo. A la derecha aparece otro grupo, que atienden a la Madre Santa Ana en el lecho. Joaquín y Ana fueron los padres de la Virgen.
4. La Adoración de los Reyes Magos

La Adoración de los Reyes Magos.
En este caso, la Sagrada Familia no ocupa el centro de la composición sino el plano de la derecha, mientras que la figura central es la del rey Gaspar. Hacia la derecha, la estrella de Belén. Detrás de Gaspar, una mujer cubierta con velo lleva en las manos una cajita de ofrendas.
Melchor, a la derecha, con un manto de vivo color amarillo, se arrodilla en primer plano ante la Virgen para adorar al Niño que lleva en brazos. Detrás de Melchor, Baltasar, con túnica rojiza y dorada.
Otras obras goyescas del Aula Dei son:
- Los Desposorios de la Virgen y San José
- La Visitación
- San Joaquín y Santa Ana
Los óleos de Aula Dei demuestran su sentido del espacio y su arte para sugerir efectos con la mayor economía de elementos. Lo que consiguió sin insistir en la pincelada que solo es posible en un pintor de su talla.
Los óleos de Aula Dei demuestran su sentido del espacio y su arte para sugerir efectos con mayor economía de elementos
Según José Gudiol Gudiol, estos extraordinarios murales son “una de las obras maestras de la pintura española de todos los tiempos”.
3. Regina Martyrum
El Regina Martyrum, al lado de la capilla de san Joaquín, fue motivo de sus discrepancias con Francisco Bayeu. El 23 de mayo de 1780, es decir ocho años después del “coreto” la Junta de la Obra de la catedral del Pilar acuerda encargarle la pintura de una de las cúpulas con las correspondientes pechinas.
El encargo fue sugerencia de Francisco Bayeu. Escribió Goya a Zapater que le buscara alojamiento para él y su esposa: “”Para mi casa no necesito muchos muebles pues me parece que con una estampa de Nuestra Señora del Pilar, una mesa, cinco sillas, una sartén, una bota, un tiple y asador y candil, todo lo demás es superfluo”. El 5 de octubre presentó los bocetos y comenzó la obra.
El Regina Martyrum fue motivo de sus discrepancias con Francisco Bayeu

Detalle del Regina Martyrum.
Como nos dice Jeannine Baticle, doctora en historia del arte, hubo un choque de opiniones, el 10 de marzo de 1781. Goya presentó al Consejo de la fábrica los bocetos para las pechinas de la cúpula que no gustaron a los canónigos considerando que las figuras no eran decentes y los fondos demasiado pobres y oscuros. Estos bocetos debían someterse a la opinión de Bayeu.
El fondo de la cuestión es que no guardaban armonía con los otros frescos de Bayeu más artificiales mientras que el Regina Martyrum era una creación digna de los más grandes maestros españoles. El seis de abril el pintor cedió en una breve carta al canónigo Allué. Algunos prudentes mentores le habían hecho “entrar en razón”. Los segundos bocetos fueron aprobados por el Consejo de Fábrica.
El fondo de la cuestión es que no guardaban armonía con los otros frescos de Bayeu, más artificiales
El 28 de mayo dejó todo terminado partiendo de Zaragoza y diciendo, “en Zaragoza no hacía otro que perder su estimación”. Allué respondió ofendido, que daría orden que le pagaran pero pedía al Consejo que bajo ningún concepto se permitiera que el artista siguiera trabajando para el Pilar y que no fueran entregadas unas medallas a su mujer como era costumbre.
El 14 de julio Goya escribe a su amigo Zapater: “En acordarme de Zaragoza y pintura me quemo bivo“” (sic). Entre el orden establecido por Bayeu y el de Goya había diferencias, pues Goya se sentía libre y dispuesto a nuevas hazañas juveniles como en el Coreto y Aula Dei.
Goya había experimentado una evolución en la ejecución de los cartones para tapices en Madrid, donde se había forjado una personalidad artística y no deseaba volver atrás. Con los ojos actuales se ve que es una transición entre el barroco y neoclasicismo. Las figuras tienen detalles de genio romántico y detalles audaces, intuitivos e improvisados.
Goya había experimentado una evolución en la ejecución de los cartones para tapices en Madrid
Goya se permite libertad de dibujo, mancha y textura, lo que le aleja del gusto académico de Francisco Bayeu y del Cabildo. Respecto a las pechinas encargadas que representaban la Fe, Fortaleza, Caridad y Paciencia, muy a pesar suyo debió retocarlas, así como los frescos de la cúpula accediendo a las razones del padre Salcedo de Aula Dei.
La decisión de no permitirle continuar con las pinturas de la iglesia del Pilar supuso que Zaragoza perdió una gran ocasión de enriquecerse artísticamente con la pintura de Goya y el Pilar podrá haber sido una gran referencia del arte de Goya.
Goya recibió en su tierra su exilio pictórico.. En carta a Zapater comentando las discrepancias con Bayeu dice que había aceptado el encargo con la condición de tener independencia para realizarlo:
“La calidad de académico de Mérito de la de san Fernando y las obras realizadas no permitían sin perjuicio de su honor el sujetarse a la dependencia absoluta de otro profesor y en su ejecución no he hecho otra cosa que trasladar en grande lo que en aquello figuraba en pequeño”.
Hay pinturas destacadas como:
- El rostro de la Virgen
- Los Innumerables Mártires
- San Esteban
- La mitra de un obispo
La obra está llena de fuerza y expresividad, con pinceladas impresionistas de Goya en la mitra obispal que muestra la asombrosa rapidez y calidad de textura de la obra de Goya que repetirá en otras ocasiones como en el rostro de san Hermenegildo.
4. Iglesia de San Fernando de Monte de Torrero
Dos estudios preparatorios de Goya que se conservan en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid:
- San Hermenegildo en prisión
- Santa Isabel de Portugal curando las llagas a una enferma
En 1800 lucían los tres lienzos encargados al pintor de Fuendetodos: el dedicado a Santa Isabel se situaba en el lado del Evangelio, el de San Hermenegildo en el lado de la Epístola, mientras que el dedicado al titular del templo, Aparición de San Isidoro a Fernando III el Santo, se destinó al altar mayor, cuyo boceto se conserva en Buenos Aires (Museo de Bellas Artes).
Los tres lienzos se perdieron durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), cuando la iglesia sirvió de cuartel a las tropas francesas,
1. San Hermenegildo en prisión

San Hermenegildo en prisión.
San Hermegildo en la prisión representa a este príncipe visigodo –hijo de Leovigildo y hermano de Recaredo– encarcelado en Tarragona. Hermenegildo fue hecho prisionero durante el conflicto bélico que le enfrentó a su padre a raíz de su conversión al cristianismo. Martirizado con el fin de que abjurase de su fe y volviera al arrianismo, fue decapitado en el año 586.
La escena lo muestra con armadura, manto de armiño y corona, en un calabozo, acosado por sus carceleros. Destaca por su pincelada enérgica, colorido intenso y llamativo contraste lumínico. Conseguir que “la mancha espontánea” sea imagen expresiva como en este cuadro es un privilegio muy escaso.
2. Santa Isabel de Portugal curando las llagas a una enferma

Santa Isabel de Portugal curando las llagas a una enferma.
Representa a la reina de Portugal (Zaragoza, 1271 – Estremoz, 1336), esposa de Dionís I. Mujer devota, dedicó buena parte de su vida a promover obras de caridad como la construcción de hospitales, albergues, escuelas y conventos, así como al cuidado de enfermos, ancianos y mendigos.
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