* La autora forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Con tantos días lluviosos y grises que hemos tenido últimamente en Vilobí d'Onyar, en la comarca de La Selva, he querido interpretar con la técnica de reflejos para Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia unas ventanas de la Fraternitat de Santa Clara, con poca luz, en alusión a esos días grises lluviosos.
¿Se puede estar más triste cuando el día está así de gris? La respuesta parece ser que es “sí” y tiene una explicación. Pero, también, hay que tener en cuenta que es injusto asociar el color gris con el desánimo o la tristeza.
Abstracción de un día gris.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que, cuando hay menos luz, se empieza a secretar melatonina, una hormona que le indica a nuestro cuerpo que se tiene que apagar. Normalmente, dormimos de noche, ¿verdad?
En paralelo, cuando aumentan los niveles de melatonina disminuyen los de serotonina, la llamada hormona de la felicidad. Por lo tanto, si el nivel de serotonina es más bajo significa que, por lo general, estamos menos contentos.
Los recovecos emocionales de un día gris.
El color gris está en medio del blanco y del negro. Está como indefinido, como generándonos incertidumbre y duda. Nuestro lenguaje tiene expresiones que así lo demuestran, como “zona gris” (cuando se quiere hablar de un concepto poco claro), “eminencia gris” (persona influyente que trabaja en bambalinas); “materia gris” (alude al misterio de la inteligencia) o “personalidad gris” (persona poco carismática).
Ahora bien, la cromoterapia ha demostrado el valor del gris. Representa un tono que nos protege de emociones demasiado fuertes, nos evita tensiones innecesarias y nos aleja de energías negativas, convirtiéndose en una herramienta para combatir la hiperactividad y fomentando la serenidad y estabilidad. Así pues tampoco hay que ser tan injustos con el color gris.
Interpretación de un día gris.
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