Con lo que nos ha costado dejar de ser antiamericanos, y ahora… Aquí está el Esputo Naranja gestionando el desorden y el caos global. La Cosa que millones de votantes han decidido, por segunda vez, que ocupe la Casa Blanca. Las democracias también hacen excepciones. Y es que es muy duro ser progre en el siglo XXI. Sí ya sé, ya sé: una cosa son los pueblos y otra sus gobernantes, pero…
Yo no sé a ustedes, pero a mí ese ser de apariencia humana, se mire por donde se mire, me incita al improperio y la vergüenza. El último recurso de los perdedores, quizá el único consuelo. Lo que hoy es evidencia y terrible realidad, ayer solo fue una amenaza. Un propósito. La historia está llena de desastres anunciados. Ya sabíamos que Trump, en caso de repetir, lo haría con aire de venganza, de revancha. Con la intención de reescribir la historia, o mejor dicho, de borrar los avances y las libertades de todo un país que no tiene nombre: solamente una descripción. Una unión de estados confederados salpicados de tinturas diversas. U opuestas. Algunos, hoy en día, ya habitados por la melancolía y el desengaño.

Quizá el asunto de este ser sea el de un individuo acomplejado. Alguien con complejos. O con un saco de ellos. Un asunto recurrente, y no será el último caso de gobernante con graves trastornos psicológicos. Puede ser su manera de darse la razón contra el mundo, puede. O de vengarse de quién sabe de qué agravios biográficos.
Una sociedad sin cultura es un colectivo indefenso
Una examante suya declaró, entre otras cosas, y publicó que los menguantes atributos viriles de Trump tenían, o tienen, forma de champiñón… y eso a los primates les acompleja. No será solo esta su característica patológica. Un individuo que presume de no haber leído nunca un libro (¿para qué?) y del que no se conoce ninguna cita culta podría ser que, psicoanálisis de por medio, se viera a sí mismo como la pepona de la feria. Un sujeto al que nadie le pedirá un mínimo esfuerzo intelectual. De ahí su odio a la cultura, su complejo de inferioridad, su ideología centrada en la raza y por tanto en la división. El temor del ignorante al conocimiento y al saber, el que persigue a la cátedra y a los universitarios críticos; ¿el camino a la dictadura?
Lo de siempre, lección aprendida: una sociedad sin cultura es un colectivo indefenso. Un votante sin criterio. Alguien al que se puede manipular con ideologías espurias, con idearios cercanos al totalitarismo. Lo sabe bien este sátrapa acomplejado que pretende construir en Gaza un resort con su accionista Bibi. Sí, sobre un inmenso erial de calaveras. Para vergüenza del mundo. Un monumento a sí mismos.