Hace una semana la Casa Blanca humillaba a Zelenski, una muestra del nuevo estilo de los dirigentes de EE.UU. Su presidente también ha afirmado que la UE se formó para fastidiar (sic) a EE.UU. y será debidamente castigada. El conjunto de amenazas de la nueva Administración norteamericana a Canadá, México, Panamá y Groenlandia, y el cambio de bando en Ucrania, junto con la concentración del poder en el ejecutivo y los recortes del Departamento de Eficiencia Gubernamental, constituyen una verdadera revolución. Y como toda revolución, fomenta el terror paralizando la oposición, como en la Revolución Francesa, la bolchevique o la cultural de Mao. En medio del caos y la niebla se va hacia un mundo de esferas de influencias donde América es para EE.UU.

Queda claro que la Casa Blanca ya no es una aliada de Europa y la UE es un enemigo por batir. No es impensable un nuevo Yalta, con los tres dirigentes imperiales dividiéndose el mundo, donde Rusia recupere su influencia en Europa oriental. Será un mundo peor donde EE.UU. perderá a medio y largo plazo tanto económicamente como en términos de seguridad. Ofrecer Ucrania a Putin no lo apaciguará, tal como los Sudetes no apaciguaron a Hitler.
Ya no puede haber más excusas ni procrastinación. La UE ha de decidir si quiere sobrevivir como entidad independiente. No se puede dejar caer Ucrania si EE.UU. se desentiende (de momento ha cortado el crucial apoyo de defensa e inteligencia). Hasta ahora se ha apoyado a Ucrania justo para que no se hundiera. Ahora hemos de decidir si queremos que sea un Estado democrático para integrarse en la UE lo antes posible o que acabe como Bielorrusia. Si es lo segundo, las repúblicas bálticas, e incluso Rumanía y Polonia, estarán en peligro, y la UE estará constantemente sometida al chantaje del Kremlin. Si es lo primero, hay que hacer muchos deberes. De entrada, dar apoyo incondicional a Ucrania para que pueda negociar un cese de hostilidades sin dar todas las cartas a Rusia.
Ahora hace falta un esfuerzo urgente de ayuda a Ucrania financiado con los activos rusos confiscados
EE.UU. tiene la sartén por el mango porque, bajo su paraguas de seguridad, la UE no ha hecho los deberes. En materia de defensa Bruselas ha de actuar como si la OTAN ya no fuera operativa. Es lo que ha insinuado el futuro canciller alemán, Friedrich Merz, cuando ha dicho que podría estar muerta en junio. De Gaulle tenía razón insistiendo en la force de frappe francesa para mantener la independencia. Ahora estamos en manos de EE.UU., que condiciona la fuerza nuclear británica y que puede inutilizar los aviones de combate F-35. Una defensa europea que integre la potencia nuclear de Francia y el Reino Unido no sería suficientemente disuasoria para hacer frente al chantaje del Kremlin. Hace falta un gasto adecuado, coordinación del mando militar y credibilidad en la política de defensa. Requerirá inversión y años para lograr una capacidad efectiva de defensa propia.
Macron, Von der Leyen, Starmer y Merz han propuesto ideas de cómo fortalecer la seguridad y financiarla. No será barato. El jueves se reunieron en Bruselas los líderes de la UE a propuesta de la CE para impulsar el rearme europeo. Se necesita un plan ambicioso con objetivos claros a cinco y diez años, con compromisos firmes, un mercado único y compras conjuntas de material de defensa. Ahora hace falta un esfuerzo urgente de ayuda a Ucrania financiado con los activos rusos confiscados (unos 300.000 millones de euros, la mayoría en Europa). Solo así se podrá negociar el fin de la guerra señalando tanto a Rusia como a EE.UU. la voluntad irreversible de Europa de defenderse autónomamente.
La UE ha de tejer alianzas políticas y comerciales con las democracias liberales, el Reino Unido primero, Canadá, Japón, Corea del Sur, India y Australia, entre otros. Hay que establecer una línea de defensa común frente a las ambiciones imperiales. Como dice Kaja Kallas, representante de la diplomacia de la UE, Europa podría tomar el reto de liderar las democracias liberales. Habría que formar un núcleo europeo, la eurozona por ejemplo, que avance hacia más integración política y dejar de lado la unanimidad. ¿Cómo puede haber una defensa europea cuando la Hungría de Orbán y la Esvolaquia de Fico son aliados del Kremlin? Necesitamos más Estado europeo.