Temí que la segunda era Trump podía desencadenar una dictadura no solo en EE.UU. sino en todas las democracias, siguiendo la secuencia democracia-demagogia-tiranía que los autores clásicos conocían bien. Desde hace décadas, el desgaste de las instituciones políticas creadas por el liberalismo democrático fomenta focos de populismo con tendencias totalitarias sin necesidad de redes sociales en manos de fanáticos billonarios.

Merece la pena recordar la fecha fundacional del dominio económico y militar de EE.UU. En 1944 se sabía: los países del Eje iban a perder la guerra. Los delegados de 44 países se reunieron en el mes de julio cerca de Washington en busca de estrategias para promover el desarrollo económico y evitar nuevas crisis. Los acuerdos de Bretton Woods crearon el Fondo Monetario Internacional y las bases del Banco Mundial y de la Organización Mundial del Comercio. EE.UU. representaba el 31% del capital mundial; el Reino Unido con sus colonias, el 14,8%; la Unión Soviética, el 13,6%; China, el 6,3%, y Francia, el 5,1%. También establecieron el cambio fijo de la paridad del dólar respecto al oro en 35 dólares la onza y se creó un fondo de compensación. La Unión Soviética no ratificó los acuerdos por considerar que estaría condicionada por Wall Street.
La subida de aranceles de Trump puede arruinar a la clase media estadounidense
Tras la recuperación, las monedas liquidaban los saldos internacionales en dólares convertibles en oro. La convertibilidad duró hasta 1972. Los gastos de la guerra de Vietnam y la utilización del precio del petróleo como arma de guerra por los países de la OPEP amenazaron la hegemonía de EE.UU. Nixon y Kissinger rompieron la paridad con el oro, y la economía productiva mundial sufrió un shock por el aumento del precio de las materias primas en dólares. La Reserva Federal de EE.UU. fabricó los dólares y la economía financiera desplegó las alas.
Cincuenta y dos años más tarde, China es la fábrica del mundo y no impone su sistema político mediante la guerra, sino comerciando y creando infraestructuras en África o donde convenga. La primera medida del presidente populista de EE.UU. ha sido atemorizar a las naciones vecinas, y también a otros muchos países, con una subida de aranceles que, además, puede provocar la ruina económica de la clase media estadounidense. Y si Trump expulsa a catorce millones de indocumentados que trabajan y pagan impuestos, el fin de la hegemonía americana será irreversible.
Europa tiene ley de Servicios Digitales con obligación de respetar derechos, existen los informes Draghi, Niinistö y Letta para impulsar la Unión en todos los terrenos. Solo faltan políticos que sepan administrar un mundo alternativo a Trump.