La indiferencia al dolor ajeno domina la retórica política de los discursos, llamadas telefónicas, promesas y decretos firmados por Donald Trump en las dos primeras semanas de su segundo mandato. Hay que esperar a que las medidas anunciadas se concreten y superen las barreras legales internas y la presión de los gobiernos amigos.
La natural hostilidad de China en los ámbitos comercial, militar y político es más que previsible. Trump tiene la fuerza del Pentágono, el apetito insaciable por el dinero y un discurso de supremacía absoluta hacia el resto del mundo. Pero si pretende actuar como el sheriff global tendrá cada vez más enemigos y su país dejará de ser un referente para sus amigos y aliados.

Las democracias vencieron a los totalitarismos del siglo pasado porque a pesar de sus contradicciones internas, injusticias y errores en política interior y exterior, activaron sus mecanismos autocorrectores para mejorar la existencia y la vida ordinaria de las gentes.
La fuerza sin humanidad no genera paz sino más injusticias y más guerras
Expulsar inmigrantes ilegales a Guantánamo es una acción simbólica de fuerza que denigra la dignidad de personas concretas. Anunciar que Gaza debería vaciarse de palestinos y convertir la destruida franja en la “Riviera de Oriente Medio” es un sarcasmo contra los principios básicos de la civilización occidental.
En Estados Unidos hay millones de personas que no pueden aceptar atropellos de este calibre y que afectan a la trayectoria vital de los más frágiles y desfavorecidos. Los países democráticos tienen mecanismos para corregir las arbitrariedades injustificadas de sus dirigentes. Así ha ocurrido en Estados Unidos a lo largo de los dos siglos y medio de su historia.
El periodismo va a desempeñar un gran papel para evitar los posibles abusos imperiales de la corte de Trump. Viene a cuento citar el espíritu de rebeldía de escritores como Orwell y Camus, que distinguían sin vacilar entre el bien y el mal pero que se abstenían de condenar la flaqueza humana. Somos capaces de todo. Y también de rectificar cuando un gobierno poderoso trata de imponer políticas moralmente inaceptables. La fuerza sin humanidad no genera paz sino más injusticias y más guerras.