El pasado lunes, España colapsó. De un momento a otro, se cortó la luz de prácticamente todo el país, provocando un pseudo-apocalipsis sin precedentes. Los sistemas de transporte colapsaron, dejamos de poder contactar entre nosotros e incluso de poder pagar con tarjeta.
A pesar de que todavía se están investigando las causas de la avería, de momento sabemos que se perdieron de manera súbita 15 gigavatios de energía, lo que equivale al 60% de la demanda del país. Esta avería es totalmente insólita, pero encaja a la perfección con las reflexiones de Mustafa Suleyman, CEO de Inflection AI, cofundador de DeepMind y actualmente en Microsfot.
En el libro La ola que viene, publicado por la editorial Debate, Suleyman lleva a cabo un interesante recorrido por la historia de la Inteligencia Artificial, la ciberseguridad y la biotecnología. El autor aclara cuáles serán las principales amenazas del futuro, y entre ellas se encuentra, por supuesto, un apagón que deje sin recursos a los estados.
“El estado-nación estará sujeto a fuerzas centrífugas y centrípetas masivas, centralización y fragmentación”, explica el autor. A lo largo del libro, cuenta cómo la dependencia tecnológica de los estados ya nos hace vulnerables a problemas puntuales como el apagón. Pero va más allá. Debido a la dependencia de contar con una red de ingenieros especializados y de sistemas conectados, pone el foco de las guerras del futuro en ciberataques que podrían pasar por cortes de luz.
Una paradoja de la ola que viene es que sus tecnologías están más allá de nuestra capacidad de comprensión
Esto es algo que ya hemos visto en la guerra de Israel y Palestina. Gaza sufre un apagón eléctrico desde el 11 de octubre de 2023, por decisión expresa de Israel Katz, el entonces ministro de energía. De este modo, y a pesar de que cada vez dependemos más de estar conectados, Mustafa Suleyman advierte de que tenemos que estar preparados para peligros de este estilo.
No obstante, La ola que viene se centra mucho más en otro tipo de Apocalipsis: el que puede llegar a través de la Inteligencia Artificial. En los últimos años, la evolución de herramientas como ChatGPT ha hecho saltar las alarmas de un futuro controlado por las máquinas. Y, aunque aún estamos lejos de ello, Suleyman cree que debemos actuar a tiempo.
“Una paradoja de la ola que viene es que sus tecnologías están en gran medida más allá de nuestra capacidad de comprensión a un nivel granular, pero aun así dentro de nuestra capacidad de crear y utilizar”, cuenta el autor. Básicamente, se refiere a que estamos creando tecnología que nos supera en gran medida, y nadie dice que no puedan terminar superándonos.

Mustafa Suleyman
De superar el Test de Turing, puede que nos encontremos ante el problema del Gorila, en relación a cómo nos relacionamos con los primates. “Estos animales son, a nivel físico, más fuertes y resistentes que cualquier ser humano, pero son ellos los que están en peligro de extinción o viven en zoológicos”, explica.
“La ola que se avecina va a cambiar el mundo”, aclara finalmente. “En última instancia, los seres humanos pueden dejar de ser los principales impulsores planetarios, como nos hemos acostumbrado a ser”.
El dominio de las máquinas y la pérdida del control tecnológico aún parecen conceptos lejanos —aunque también lo era la idea de un apagón estatal, hasta este lunes—. Pero hay otro tipo de Apocalipsis que igual nos resuena más: el que tiene que ver con la biotecnología.
Los seres humanos pueden dejar de ser los principales impulsores planetarios
Tan solo hace cinco años, vivimos una pandemia mundial que puso a la humanidad en jaque. Y, si bien respondimos con relativa rapidez a lo ocurrido, minimizando daños a pesar de la muerte de casi 15 millones de personas, Suleyman cree que esta experiencia se ha convertido en un peligroso precedente para quienes experimentan con biotecnología.
“Una pandemia mundial ha puesto de manifiesto tanto los riesgos como la potencia de la biología sintética”, explica. Y es que ¿qué ocurriría si alguien intenta crear un nuevo COVID de manera artificial? Lo cierto es que no sería tan difícil: “El consorcio mundial del proyecto del Genoma Humano Escrito se dedica a reducir el coste de producir y probar genomas sintéticos unas 'mil veces en un plazo de diez años'”.
Es decir, cada vez es más barato y más efectivo experimentar con la biotecnología. Ya hay “innumerables experimentos en marcha [...], como virus que producen baterías, proteínas que purifican el agua sucia, órganos cultivados en cubas, algas que absorben carbono de la atmósfera o plantas que consumen residuos tóxicos”.

OURENSE (ESPAÑA), 29/04/2025.- VVsta de la central hidroeléctrica de Velle (Ourense) anoche durante el apagón eléctrico.
Pero, si bien la inmensa mayoría de estos experimentos son para el bien de la humanidad, nada impide que alguien utilice esta tecnología de forma inversa. Y, a pesar de la experiencia que ya tenemos, no está tan claro que estemos preparados para un ataque biológico de estas dimensiones.
De nuevo, la humanidad se ha demostrado que es su peor enemiga. Si en el siglo XX lo probó con guerras mundiales y energía nuclear provista para el mal, ahora puede deberse a un avance tecnológico que supere por completo a nuestro control. Y Suleyman deja claro por qué debemos prevenir los posibles Apocalipsis antes de que ocurran:
“El desafío inevitable de la tecnología es que sus creadores rápidamente pierden el control sobre el camino que toman sus invenciones una vez que se introducen en el mundo”.