“Me llaman el desaparecido, que cuando llega ya se ha ido. Volando vengo, volando voy. Deprisa, deprisa, a rumbo perdido. Cuando me buscan nunca estoy”. Así comienza Desaparecido, una de las canciones más conocidas de Manu Chao. Y bien podría ser la carta de presentación de Carlos Ghosn, cuya rocambolesca fuga de Japón, ocurrida el 30 de diciembre de 2019, se ajusta al dedillo a la letra. Ghosn hizo ghosting, logrando escapar (cuenta la leyenda urbana) escondido en una maleta y cogiendo un vuelo privado a Líbano. Desde entonces, allí permanece escondido para evitar una extradición por fraude en el país asiático.
Lo que no quita que el ex jefe de Renault y Nissan siga soltando perlas de vez en cuando. La última, en una reciente entrevista de Ghosn para la televisión francesa BFM TV, en la que se despachó a gusto sobre todos los temas, tanto pasados como actuales: “Renault ha vuelto a ser lo que era antes de 1999, es decir, un pequeño fabricante europeo. Bien gestionado en ese mercado, pero sin alcance global”, aseguraba.

Carlos Ghosn durante su criticada etapa al frente de Nissan, por la que fue juzgado y huyó antes de que terminase el juicio.
Para Carlos Ghosn, la política de Renault de estar “ausente en China y Estados Unidos” condena a la compañía al dejarla en una situación “muy precaria”, sin apenas penetración en dos de los mercados más importantes del mundo. El ex jefe de Renault cree que la marca necesita un cambio de rumbo: “Debe innovar, hacer algo diferente a lo tradicional”. Aunque tiene esperanzas de que Horse, su alianza de motores con la china Geely, dé frutos próximamente: “La profundidad de la relación con Geely será importante para Renault en el futuro”, afirmaba.
Pero si hay algo que tiene atravesado al reaparecido directivo, famoso por sus políticas de tijeretazo (y también por sus múltiples escándalos) es Japón. Y más concretamente por su etapa en Nissan, por la que al final tuvo que huir a la francesa: “El principal problema está en la gestión de Nissan. La compañía está en una situación desesperada, las decisiones se toman demasiado lentas y la mayoría de los problemas residen en la gerencia”, relataba un desatado Ghosn.
Pero no se quedaba ahí la cosa: “Se vieron obligados (Nissan) a pedir ayuda a uno de sus principales competidores (Honda) en Japón. Es como plantearse una alianza entre Renault y Peugeot en Francia, no tiene sentido”, sentenciaba el directivo a la fuga. Parece que la saga de Carlos Ghosn está lejos de terminar.