Angelina Jolie llevaba más de una década sin dejar huella en la alfombra roja cannoise, pero regresó para lucir joyas de oro y diamantes Chopard antes de amadrinar la noche de los trofeos que, desde 2001, consagran a una pareja de jóvenes promesas predestinadas desde ya a convertirse en grandes estrellas.
La oscarizada actriz y directora de películas como el documental Recuerdos de una niña de Camboya (2017) hizo gala de su conocido compromiso con las causas humanitarias en la velada organizada por la joyería que preside Caroline Scheufele, al honrar la memoria de la foto periodista palestina Fatima Hassouna, recientemente asesinada en Gaza y protagonista de uno de los documentales más comentados de esta edición del festival de Cannes.

La actriz en la alfombra roja de Cannes para la premiere de Eddington.
Después del estreno de la polémica Eddington, de Ari Aster –algo así como un remix pasado de vueltas de El asesino dentro de mí, de Jim Thompson, en clave youtuber–, los invitados acudieron a la cena que se celebró en la carpa del Hotel Carlton –ahí donde Elton John grabó el videoclip de I’m Still Standing, a principios de los años 80–. Iris Knobloch, presidenta del festival de Cannes, les recibió y habló de Chopard como “algo más que un patrocinador”, mientras que Scheufele rememoró la temprana pasión por el cine que la llevó a atreverse a rediseñar la Palma de Oro en 1998, y a reunir anualmente a lo más selecto del cine internacional para lo que Thierry Frémaux, delegado general del festival de Cannes, definió como una celebración de “el cine del futuro”.
Los trofeos, que tienen la forma de una película de oro sobre una base de cristal, fueron a parar a manos de Marie Colomb, actriz francesa de 30 años que, entre otros muchos papeles, interpretó a la hija de Marina Foïs en As bestas, de Rodrigo Sorogoyen, que este año preside en Cannes el jurado de la Semana de la Crítica, y del británico Finn Bennett, de apenas 26 años y en cartelera con la bélica Warfare, después haber dado la réplica a Jodie Foster en una temporada de la serie True Detective. Es muy probable que sus nombres no les suenen todavía demasiado, pero son las estrellas del futuro. Baste recordar que Eduardo Noriega y Audrey Tautou fueron los primeros galardonados con estos trofeos en el año 2001. Otros actores españoles, como Paz Vega, Astrid Bergès-Frisbey o Blanca Suárez, también obtuvieron el trofeo al igual que estrellas internacionales como Diane Kruger, Gael García Bernal, Léa Seydoux o Adèle Exarchopoulos.

Marie Colomb y Finn Bennett en los Trofeos Chopard
Entre los invitados a la cena figuraron Juiette Binoche, que lleva luciendo joyas de Chopard desde la noche inaugural de esta edición del festival de Cannes en la que preside el jurado de la Sección Oficial; Halle Berry, que se presentó con un impresionante collar en forma de serpiente plateada de la colección de joyas exclusivas Red Carpet, diseñada por Scheufele, o Quentin Tarantino, que acudió del brazo de su mujer, la cantante israelí Daniella Pick, entre otros muchos, como las hermanas Alice y Alba Rohrwacher, Roberto Minervini, Claude Lelouch, Nahuel Pérez Biscayart o Byron, el perrito de Scheufele, que no quiso perderse la fiesta. Aunque la que provocó la mayor tormenta de flashes, y gritos, fue Angelina Jolie, una de las presencias más solicitadas en las escalinatas rojas desde que, en 2004, desembarcó a bordo de un tiburón hinchable, acompañada de Jack Black y Will Smith, para promocionar la película animada El espantatiburones.
En el escenario Marie Colomb declaró su admiración a la madrina de esta edición, destacando la “calidez” de su acogida en la Academia Chopard, que cada año engrosa sus filas con entregantes y premiados, para decidir los futuros ganadores, mientras que Finn Bennett subrayó, más allá de lo que representa como actriz y realizadora, su “compromiso con las causas humanitarias y ecologistas: Angelina Jolie siempre ha estado del lado correcto de la Historia”. Fiel a ese papel, la actriz que había presentado en Cannes películas como El intercambio (2008), de Clint Eastwood, o El árbol de la vida (2011), de Terrence Malick, empezó su discurso declarando su amor al “cine internacional”, el mismo al que Donald Trump acaba de declarar su guerra arancelaria.
El cine internacional busca nuestra empatía”
“El cine internacional busca nuestra empatía”, dijo Angelina Jolie antes de recordar “a los artistas que nos cuentan sus historias desde lugares del mundo donde no pueden gozar de libertad y de seguridad. Muchos de ellos han perdido sus vidas, como Fatima Hassouna asesinada en Gaza, Shaden Gardood asesinada en Sudan o Victoria Amelina asesinada en Ucrania”.
El caso de la foto periodista de 25 años Fatima Hassouna, también conocida como Fatma Hassona, resulta especialmente doloroso. La cineasta iraní exiliada en París Sepideh Farsi ha documentado la masacre palestina a través de su relación a distancia con Hassouna, y la película termina cuando esta celebra con alborozo que la película haya sido seleccionada en Cannes. Al día siguiente, el 16 de abril, la casa donde vivía con otros diez miembros de su familia, fue bombardeada por la aviación israelí, y no quedó nada.
Las muertes de la cantante Shaden Muhammad al-Hassan y de la novelista Viktoriia Amelina, ambas de 37 años y también comprometidas con la paz, remontan a 2023, pero no son menos impactantes: la primera fue víctima del disparo de un francotirador cuando se asomaba al balcón de su casa, mientras que la escritora murió a causa de un bombardeo ruso cuando había salido a cenar una pizza. Son víctimas de lo que Caroline Scheufele definió en su introducción como “este loco mundo”.

Daniella y Quentin Tarantino junto a Caroline Scheufele en los Trofeos Chopard, en Cannes
La velada tenía que terminar con un concierto acústico de Carla Bruni, pero el volumen de la muy machacona música electrónica de la carpa vecina impidió que se dieran las condiciones adecuadas. La italiana, con el temperamento propio de los Bruni, había ido a quejarse, e incluso a amenazarles con denunciarles por una cifra millonaria, explicó, divertida, pero no surtió ningún efecto, y el concierto quedó cancelado. Cannes ha sido siempre una historia de contrastes, entre el cine radical y comprometido, y el lujo más exacerbado.
A veces, como en la ya histórica relación entre Chopard y el festival de festivales, el gusto más exquisito y el compromiso ético armonizan al más alto nivel, en otras, como ocurrió con la agresión sonora de los vecinos de carpa, el contraste es más brutal. La noche terminó en la séptima planta del Hotel Martinez, donde Chopard tiene su showroom para mostrar la colección a sus clientes.