Beatriz García es barcelonesa, pasó por la Universitat Pompeu Fabra e hizo un máster de Derecho en Harvard. Después de lo ocurrido en los últimos días, teme por las represalias que pueda tomar el gobierno contra antiguos estudiantes. Como jurista, entiende que la acción del gobierno en presionar a una universidad con cancelar sus visados de estudiantes y forzarla a cambiar su currículum académico es una forma de censura indirecta. Pero ella no quiere callar. “Quienes sentimos amenazados nuestros valores debemos preguntarnos: ¿qué puedo hacer yo? Puede que no tengamos el poder de revocar una orden presidencial, pero sí podemos propiciar conversaciones con quienes piensan distinto. La diversidad de perspectivas nos enriquece y fortalece la democracia”, afirma.
¿Cuál es su relación con Harvard?
Estudié en la Facultad de Derecho, un máster del que me gradué el año pasado. Fui una Class Marshall, la representante social de los estudiantes de mi promoción. Éramos 180 alumnos de más de 70 nacionalidades.
¿Qué ambiente se respiraba en la universidad?
El ataque de Hamas del 7 de octubre del 2023 sucedió justamente el fin de semana en que a mí me habían elegido como representante. Ese día salió una declaración firmada por muchas organizaciones de estudiantes islámicos, responsabilizando al Estado de Israel del atentado. El conflicto escaló muy rápido. Comenzaron las maniobras de silenciación y de acoso a los estudiantes que firmaron ese comunicado. Por el campus circulaba un camión lleno de pantallas que mostraban fotos, nombres y números de teléfono de esos estudiantes, e incluso de estudiantes que no tenían nada que ver y que no habían visto el comunicado. Hubo también una campaña de oposición férrea de gente muy influyente en Estados Unidos. Yo tengo amigos que vieron a magnates exigiendo por la red social X consecuencias para los que habían firmado el comunicado. Y posteriormente, empresas empezaron a revocar los contratos de trabajo para el año siguiente de algunos alumnos afectados. El campus se politizó y empezaron a haber manifestaciones y movimientos. Había más activismo abierto por la justicia con el territorio palestino, lo que no quiere decir defender la acción de Hamas. Yo eso no lo vi nunca.

Beatriz recién graduada
El Gobierno acusa a esas manifestaciones de antisemitas. ¿Es eso una excusa para acallar las protestas?
Creo que Harvard, cuando yo estaba allí, estaba más preocupada por proteger a los estudiantes partidarios de las acciones de Israel que a los que defendían la libertad de Palestina, y en particular a los estudiantes judíos. Mi impresión no fue en absoluto que hubiera mayores represalias contra los israelíes. Al contrario. Las personas a las que suspendió Harvard, a las que no permitió graduarse, siempre fueron las que estaban más involucradas en el movimiento a favor de Palestina. Aquí hay muchísimos matices sobre qué es ser “pro” Palestina y qué significa ser “pro” Israel en este conflicto en particular, qué significa ser antisemita. Por supuesto simplifico dos movimientos en los que en realidad hay muchísimas personas con ideas diferentes, no me refiero a posiciones a favor o en contra de los dos Estados. Sobre todo me refiero a protestas en contra de las acciones de Netanyahu , o si las defendían para proteger a los israelíes. El año pasado pasaron todas estas cosas y la Administración Trump les dio un primer toque de atención, pero con la Administración Biden ya hubo un primer toque, cuando la presidenta de Harvard tuvo que dimitir tras una persecución política por cuestiones vinculadas a las protestas en el campus.
Tras las protestas
“Mi impresión no fue que hubiera represalias contra los israelíes. Al contrario”
¿Qué lectura hace de lo ocurrido?
La decisión de la Administración Trump de suspender el programa de visados para extranjeros es tremendamente preocupante. Y debería preocuparnos también desde España, no solo por la cantidad de estudiantes o de investigadores afectados por la medida, sino por la vulneración y el daño de los derechos fundamentales y de los valores democráticos que nos unen como sociedad, como la libertad de cátedra y de expresión. Todo, disfrazado de una supuesta lucha contra el antisemitismo. Es un momento clave para ver cómo de resilientes son las instituciones democráticas. Ahora, Harvard ha denunciado y ha avanzado que van a poner una medida cautelar. A lo mejor descubrimos que nuestras instituciones democráticas, al menos las de Estados Unidos, son mucho más frágiles de lo que pensamos.

En el campus de Harvard
¿Qué posición debería adoptar Harvard ahora?
Depende de cuál sea la agenda real de Harvard. Renunciar a la admisión de estudiantes extranjeros es renunciar a parte de su independencia. Lo que me imagino que estará pasando es que Harvard estará intentando negociar con Trump. La Administración ha pedido a Harvard la información sobre todos los estudiantes extranjeros no inmigrantes de los últimos cinco años. Es una administración que en el pasado ha demostrado capacidad de negociar, pero solo capacidad de negociar cuando agentes muy importantes han empezado a luchar abiertamente y a plantarle cara. Si Harvard quiere pararle los pies a la Administración, va a tener que ponerse firme, pero no lo va a poder hacer sola. Esto conecta un poco con lo que le decía que podíamos hacer a nivel individual. Es fácil no preocuparse cuando no afecta directamente, pero es que hoy es Harvard y mañana será Yale o cualquier institución que no se doblegue a los criterios ideológicos de esta administración. Entonces, probablemente, Harvard lo que tiene que hacer es ser firme y buscar una alianza con otras instituciones académicas y no académicas dentro de Estados Unidos que tengan realmente poder para plantarle cara a la Administración.