Nacida en Sant Cugat del Vallès el año 1959, Emma Vilarasau es una de las grandes damas del teatro y la televisión catalanas. Conocida por papeles icónicos a Estirpe de poder, Ventdelplà o Casa en llamas, la actriz catalana acumula 45 años de trayectoria. Este año ha sido galardonada con el Premio Gaudí a mejor actriz protagonista por su papel en Casa en llamas y la revista Forbes la ha incluido entre las 100 mujeres más influyentes de Catalunya.
En una entrevista reciente, Vilarasau ha hecho un repaso de su carrera y ha explicado cómo vive un momento de gran éxito en su madurez, reivindicando el envejecimiento como una etapa noble y valiosa. “Estoy empezando el tercer acto de mi vida”, admite con serenidad.
Contra los cánones, rebeldía y autenticidad
La actriz denuncia la invisibilización de las mujeres mayores en los medios y en el cine: “Todas nos haremos mayores. Y no entiendo por qué no se muestra esta vejez”. También se muestra crítica con la presión por mantener una imagen joven: “El camino fácil es pagarte un cirujano. Pero a mí me daría pánico no reconocerme en el espejo”.
En este sentido, cree que esta negación de las mujeres mayores sigue influyendo en la perspectiva de las más jóvenes. “Ahora las chicas enseñan pechos y culo diciendo que no lo hacen para gustar a los hombres, pero creo que la sociedad pesa más de lo que creen”, reflexiona.
La santcugatense ha explicado cómo, durante su juventud, luchaba por romper con esa visión de la mujer como “objeto de deseo sexual masculino”. “Formo parte de una generación que quería ser más que tetas y culo, y nos poníamos faldas largas y vaqueros para cambiarlo. Ahora oigo que ha quedado en nada”, ha asegurado.
Sin miedo del envejecimiento ni de la muerte
Con pasión e ironía, defiende un envejecimiento digno: “Yo quiero morirme bien. Es lo último que haré en la vida, mejor hacerlo con paz”. Para ella, aceptar el propio cuerpo y el camino recorrido es un acto de coraje: “Tengo las arrugas que me merezco. He reído mucho en la vida”.
Ahora, asegura, vive con más libertad creativa: selecciona proyectos, impulsa historias y comparte experiencia con nuevas generaciones. Ya no me da miedo equivocarme. He demostrado que soy actriz. Ahora me toca arriesgarme”.