La ampliación del aeropuerto de Barcelona se había convertido en uno de esos debates eternos sobre los que Catalunya da vueltas sin llegar a concretar nada. Ahora, el Govern de Salvador Illa se ha comprometido a desbloquear el proyecto y presentar una solución viable que permita su crecimiento e impulse los vuelos intercontinentales. La propuesta está ya casi lista y se presentará en las próximas semanas. En ella se trata de concitar los criterios técnicos, económicos, medioambientales y políticos que influyen en el futuro de la infraestructura.
Los ejecutivos catalán y central, las aerolíneas y el mundo empresarial consideran prioritario extender el aeropuerto, ya al límite de su capacidad, para ganar competitividad y estar mejor conectados con los principales centros socioeconómicos mundiales, con especial atención a Asia. También los accionistas de Aena, que ven en El Prat una rentable joya con camino que recorrer.
El aeródromo ya no puede crecer mucho más con las instalaciones actuales
Alargar la tercera pista hacia el este ha sido siempre la primera opción de los partidarios de la ampliación, aunque los socios de investidura han fijado la Ricarda como una línea roja. En todo caso, con la negativa de ERC a negociar los presupuestos de este año, el camino para una eventual extensión de esta pista resultaría algo más sencillo, si bien Bruselas tendrá la última palabra si se tocan espacios naturales protegidos.
A la espera de conocer el detalle de la propuesta final de la Generalitat, pactada con el Gobierno central –propietario mayoritario de Aena a través de la sociedad Enaire–, el aeropuerto afronta un reto mucho más inmediato. El último año ya superó su límite técnico de pasajeros, con más de 55 millones de personas transportadas, y alguna aerolínea de largo radio tuvo que usar la vieja T2 en verano porque no cabía en la T1. La
programación que las aerolíneas han lanzado para este 2025, con más asientos ofertados que el ejercicio anterior, augura un nuevo récord. La instalación, pues, ya está al límite.
Cualquier plan de extensión del aeropuerto, de contar con los apoyos y permisos necesarios, se alargaría años y no sería realidad hasta dentro de aproximadamente una década. Toca gestionar el “mientras tanto”. La solución que Aena ha planteado ante esta situación consiste en optimizar la operativa más si cabe. El crecimiento del aeropuerto estará determinado ahora por el uso de las franjas horarias del día denominadas horas valle que todavía quedan disponibles. Se trata de las franjas que van desde las 11 horas hasta las 15 horas y por la noche, de las 20 horas en adelante. Estos periodos son los que tienen menos demanda y donde aún se pueden colocar vuelos con mayor facilidad. El gestor aeroportuario también apuesta por la desestacionalización de la actividad, impulsando la demanda en temporada baja.
De esta manera, trata de optimizará el uso de las instalaciones existentes. Para ello, mejorará el programa Bcn a Punt, en colaboración con Enaire (gestor del espacio aéreo), que se puso en marcha hace ya unos años para acabar con los colapsos que había sufrido el aeropuerto determinados veranos. Aena ha activado además un programa de inversiones para renovar El Prat, al margen de una posible ampliación, por valor de más de 750 millones. Este incluye actuaciones en la T1 por valor de 700 millones, con la instalación de nuevos filtros de seguridad para agilizar el flujo de pasajeros o el movimiento de la fachada principal, entre otras medidas. Los otros 50 millones se destinarán a la renovación general de la T2. Esta terminal, la más antigua, tendrá una transformación notable con el traslado del mural de Miró a la T1.
Todo ello mientras se desarrolla el plan de futuro del aeropuerto. Gobierno y Generalitat esperan que su alternativa convenza a todas las partes y salve los requisitos medioambientales que exige la UE. La reciente compra de la casa Gomis, en la Ricarda, por parte del Ministerio de Cultura, en manos de los comunes y Sumar, no tendría por qué ser un impedimento para estos planes, consideran fuentes del sector.
Hasta la fecha se han presentado una decena de propuestas para incrementar la capacidad de vuelos de largo radio, los que necesitan más longitud de pista para despegar, pero ninguna ha logrado poner de acuerdo a todos los actores implicados hasta el momento. La inicial de Aena, apoyada por el Gobierno, contemplaba una inversión de 1.700 millones de euros, aportados por las tasas que pagan las aerolíneas, para alargar la tercera pista 500 metros hacia la Ricarda y construir una terminal satélite. ERC, por su parte, defendió usar las pistas de forma independiente, tanto para despegues como para aterrizajes durante unas franjas horarias de verano, lo que ahorraría extender la tercera pista pero aumentaría el ruido sobre las poblaciones vecinas. Los comunes, que también facilitaron la investidura de Illa, prefieren parar el crecimiento del aeropuerto. También los empresarios, con Foment a la cabeza, han aportado alternativas, entre ellas, extender la tercera pista con una plataforma elevada sobre la Ricarda. Ideas sobran, pero falta consenso.
