“Me gustaría que este libro lo leyeran hombres, para tomar conciencia de una invisibilización que hemos naturalizado tanto que hay que poner negro sobre blanco, pero sin culpabilizar a nadie”. Toni Cruanyes (Canet de Mar, 1974) se refiere, claro, a La dona del segle (Columna), en que narra la vida de tres mujeres de generaciones sucesivas de su familia cuando eran jóvenes y llegan a un punto crucial: su bisabuela Maria Becana, nacida en 1900 –por eso la llamaban la mujer del siglo–; su abuela Teresa Masvidal, de 1928, y su tía Victòria Cruanyes, de 1954. El nuevo libro enlaza con el anterior, con el que ganó el premio Josep Pla, La Vall de la Llum (Destino), porque arranca en el entierro de su abuelo, cuando se da cuenta de un hecho que le hace pensar: en la lápida donde estaba enterrada su bisabuela no figura su nombre, aunque fuera la última a quien se había enterrado, sino el del marido: “Propiedad de Antonio Cruañas Gras”.
“Mi idea inicial era explicar la historia de mi bisabuela y, con ella, los cambios en la vida de las mujeres”, explica el autor, para quien todavía “es sorprendente el desconocimiento que ha habido sobre la vida de las mujeres, y cómo a menudo la relación entre ellas se veía negativamente, como si fueran unas cotillas, pero era supervivencia, porque muchas cosas tenían hacerlas a escondidas de sus maridos, a veces porque no tenían bastante libertad, pero también para no incomodarlos o para no ofenderlos, pues al final a menudo solucionaban ellas problemas que se suponía que tenían que solucionar sus maridos: una comunidad de ayuda mutua entre suegras y nueras, o amigas”. La sororidad de siempre.
La historia de su bisabuela es tal vez la más golosa, pues empieza con sus padres llegando a Barcelona con lo puesto desde un pueblecito oscense, Robres, y cómo salen adelante pese a las adversidades. Luego Maria Becana, por amor, irá a vivir a Canet, que en el libro se convierte en la Vall de la Llum, y es retratada como una mujer –relativamente– libre, que decía y hacía lo que pensaba, cosa que incluía bromas escatológicas o anécdotas como que “se gastaba la pensión en regalos a los demás antes de cobrarla”, o cuando apareció en el patio del colegio para ofrecerle un helado a su bisnieto, con los consiguientes celos de los otros niños.
“Tengo tendencia a ver las cosas como ensayos y pienso más en el concepto político de fondo o en el cambio social que representa una época o un momento –cuenta el periodista–, y aunque la recuperación de la memoria me interesa desde un punto de vista familiar, también va más allá: en el libro sobre mi abuelo hablaba de cómo su generación superó la posguerra, y aquí el elemento que me preocupa es el feminismo”. Trata temas como la adopción de un hijo, el hecho de quedarse sin herencia –y sin el legado familiar– por ser mujer o la necesidad de la juventud de buscar nuevos horizontes en los años setenta.
Para el periodista, aún “es sorprendente el desconocimiento que ha habido sobre la vida de las mujeres”

Toni Cruanyes, en el paseo Sant Joan de Barcelona
¿Es Toni Cruanyes un escritor mediático que solo quiere vender libros por Sant Jordi? Sin duda es una cara popular, ya que presentando el Telenotícies vespre entra cada noche en muchos hogares catalanes, pero no se equivoquen, hace más de veinte años que publica –El llarg adéu de Pinochet, el primero, es del 2004– y con este ya lleva seis. “Asumo que gracias a salir a la tele mucha más gente se interesa por mis libros, y puedo entender que haya reticencias, pero cuando escribo sigo siendo periodista”, reflexiona.