Adrien Brody: “Necesitamos vivir con menos juicios sobre los demás y con más empatía”

Cine

El actor presenta en Madrid el drama épico 'The Brutalist', una de las grandes favoritas para los Oscar, junto a su director, Brady Corbet

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Entrevista con Adrien Brody y con Brady Corbet, actor y director de The brutalist, la película gran favorita a los Oscar., en el Hotel Rosewood Villamagna de Madrid.

Jesús Hellín / STUDIOMDIA19 / Colaboradores

Ha ganado los Globos de Oro como Mejor Drama y es una de las grandes favoritas para los próximos Oscar, pero, sobre todo, The Brutalist es una película simplemente monumental, tanto como el edificio de estilo brutalista que trata de construir su arquitecto protagonista. Un judío húngaro que ha sobrevivido al Holocausto y emigra a EE.UU. tras la guerra -encarnado por un prodigioso Adrien Brody que parece continuar la historia de su personaje en El pianista- a la espera de su mujer, una gran Felicity Jones. Un genio de la Bauhaus que sufrirá la dura experiencia del inmigrante en una nueva sociedad y, luego, el poder y los caprichos del gran dinero en forma de un agresivo millonario industrial (Guy Pearce) que le encarga un edificio a su mayor gloria. 

“Es fascinante que 70 años después Trump refleje la misma actitud del Tercer Reich hacia el diseño y la arquitectura modernistas”

Trauma, sueño americano cuestionado y el dilema del artista entre venderse o ser fiel a sí mismo se unen en un filme de tres horas y media fascinantes, sin concesiones, de una belleza formal impactante y llenas de intuiciones siempre acertadas. Un filme con no poca crítica política de fondo -el brutalismo arquitectónico de posguerra es el estilo que odia Trump-  que se estrena la semana próxima y que Brody (Nueva York, 1973) ha presentado hoy en Madrid junto a su director, Brady Corbet (Scottsdale, Arizona, 1988). Un Adrien Brody que ha recordado en un encuentro con algunos medios lo personal que es esta película para él: su madre, una reputada fotógrafa húngara de madre judía, vivió la misma dura experiencia de la inmigración.

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Adrien Brody frente a la prensa gráfica en el Hotel Rosewood Villamagna de Madrid.

Jesús Hellín / STUDIOMDIA19 / Colaboradores

“Mi trabajo es siempre muy personal para mí”, cuenta el actor, enfundado en una elegantísima gabardina azul con la que podría iniciar un pase de modelos. “He dedicado mi vida a este trabajo y a buscar oportunidades como esta, poder habitar un personaje con gran complejidad y defectos y ganar empatía en el descubrimiento de sus circunstancias. Y, con suerte, invocar un grado de comprensión de la historia y de circunstancias que hemos tenido la suerte de no experimentar. Me pongo en los zapatos de otra persona. Y es una responsabilidad retratar la vida de alguien”, remarca con convicción. 

Una escena de 'The Brutalist'

Una escena de 'The Brutalist' 

UPI Media

Y destaca que “haber trabajado mucho en mis años de juventud para comprender ese momento de la historia y representar la profunda pérdida que supuso para tanta gente, las repercusiones del odio desenfrenado, me ha dado un camino a seguir. No solo para aprovechar toda esa comprensión con este personaje. Me ha dado una perspectiva más profunda de las dificultades, las pérdidas y la necesidad de vivir con menos juicios sobre los demás y con más empatía”. 

Reconoce que la existencia en The Brutalist “de aspectos de la película que hablan de las dificultades que vivieron mi madre y mis abuelos y su propia resiliencia también es muy significativo para mí”, pero señala, “si no tuviera esos orígenes todavía me identificaría con esta lucha debido a cómo crecí en Queens, una comunidad muy rica en inmigrantes. Y aunque no hubiera crecido en Queens, anhelaría intentar dar voz a la complejidad de estas circunstancias, las dificultades y los anhelos de una persona de escapar de la opresión y las esperanzas y sueños de venir a un lugar como los Estados Unidos con esta fábula del sueño americano”.

Guy Pearce de espaldas a Adrien Brody en una escena de 'The Brutalist'

Guy Pearce de espaldas a Adrien Brody en una escena de 'The Brutalist '

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Un sueño que el director Brady Corbet pone entre paréntesis en un filme portentoso y atrevido rodado con una cantidad de dinero más que concisa y a años luz de una superproducción: 10 millones de dólares. “La historia del cine -reflexiona con ironía sobre el poder del séptimo arte- es la de un cine que apoya a las clases bajas y a los desfavorecidos y sin embargo, todavía estamos donde estamos. Pero no creo que sea malo seguir dando prioridad a esa conversación”.

Brody apunta que “acoger a hordas de personas que huyen de condiciones horrendas y tratar de darles una vida es un tema muy complejo, y lo bonito de contar historias es mostrar que es un anhelo humano tener un hogar, liberarse de ser marginado y perseguido, de vivir una vida temiendo por la seguridad de tu familia, tus hijos y tu esposa. Son cosas universales que todos deberíamos tener y tenemos que descubrir cómo hacer que este planeta sea más habitable e inclusivo. Creo que se trata de contar historias desde un nivel personal, de encontrar cosas con las que se puedan identificar y esperar que la gente se conecte con eso y vuelva a casa y piense en ello, en cómo se relaciona con su propia existencia y en cómo todos somos tan similares”.

Una escena de 'The Brutalist'

Una escena de 'The Brutalist '

UPI Media

Sobre todo en una película que habla, dice el director, de recuperar, de apropiarse de nuevo del cuerpo, la mente, del trabajo y la creación propias para unas personas que además han pasado por el horror de los campos nazis. “Creo que es muy importante que los marginados utilicen su trabajo para recuperarse de su trauma. Es algo que hemos visto con el hip hop desde finales de los años setenta y creo que es poderoso y una de las razones por las que es una de las formas de arte más vitales de nuestro tiempo. En la película el personaje de Adrien está tratando de encontrar una manera de volver a conectar con su cuerpo y de expresar amor y afecto de nuevo. Y eso se manifiesta como una fuga a través de su trabajo, muy típico de los hombres de mediados de siglo“. 

En ese sentido, reflexiona Corbet metiéndose en harina política, ”Adrien y yo somos muy sensibles, muy empáticos, pero eso no era algo a lo que te alentaran cuando yo estaba creciendo. La década de los cincuenta fue una época represiva. Y lo que me parece extraño es que en Estados Unidos, especialmente la agenda conservadora, se romantizan los años 50. Parece que esa es la época a la que están intentando volver. Y esto es sólo un recordatorio no tan amable de que, aunque fue un momento estéticamente rico y hermoso, fue extremadamente preocupante”.

Una escena de 'The Brutalist'

Una escena de 'The Brutalist' 

UPI Media

Pero es que la apuesta política de la película, reconoce, comienza en el estilo arquitectónico elegido, un arquitecto de la misma Bauhaus alemana que fue perseguida y cerrada por el régimen nazi... igual que Donald Trump quiere destruir los muchos edificios gubernamentales de estilo brutalista en Washington DC hoy. “El brutalismo surgió en los años cincuenta y me pareció la alegoría visual adecuada para explorar temas sobre la forma en que se vinculan la arquitectura y la psicología de posguerra. Eran predominantemente judíos de Europa central y oriental los que estaban en la Bauhaus antes de que los nazis la cerraran a mediados de los años treinta y eso dio el trasfondo a los personajes y construimos todo en torno a eso”, recuerda el director.

Una escena de 'The Brutalist'

Una escena de 'The Brutalist'

Y admite que “es gracioso porque mis películas, por diseño, son algo apolíticas, principalmente porque me centro en hechos históricos, pero son películas poéticas sobre situaciones políticas y politizadas. Y me parece fascinante que durante el primer mandato de Donald Trump quisiera derribar toda la arquitectura brutalista de Washington y reemplazarla por edificios de estilo neoclásico. Es fascinante que 70 y pico años después Trump refleje la misma actitud del Tercer Reich hacia el diseño y la arquitectura modernistas. Creo que probablemente haya un vínculo allí que es más grande que solo la estética y es importante contextualizar para los espectadores que esto está sucediendo también hoy, no solo hace 75 u 80 años”. 

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